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Entrevista a un egresado: Jorge Rojas Zégers

El médico cirujano UC Jorge Rojas Z., alumni de la Escuela de Medicina y fundador de COANIQUEM, recibió este año el Premio Nacional de Medicina. Quién es el Dr. Rojas Zégers. y cómo marcó su paso por la UC, nos lo cuenta en la siguiente entrevista. 

Cada dos años las asociaciones médicas Academia Chilena de Medicina, Asociación de Facultades de Medicina de Chile (ASOFAMECH), Asociación de Sociedades Científicas Médicas de Chile, y el Colegio Médico de Chile, otorgan el reconocimiento “Premio Nacional de Medicina”.  

Este premio se entrega, por votación de sus pares, “a aquel médico que sobresale por su excelencia, creatividad, y aporte trascendental a la cultura nacional”, según explicó el Dr. Antonio Orellana Tobar, presidente en ejercicio de la ASOFAMECH y presidente de jurado en esta edición del galardón. Para esta edición 2024, fue el alumni de la Escuela de Medicina UC, Dr. Jorge Rojas Zégers, quien recibió el premio por su intachable trayectoria e importantes aportes a la sociedad tanto chilena como internacional. 

El Dr. Jorge Rojas Zégers realizó sus estudios de pregrado en nuestra casa de estudios, titulándose como médico cirujano. Además, se ha especializado en Cirugía Plástica y Reparadora, así como también a realizado las subespecialidades de cuidado y rehabilitación de quemaduras, y de malformaciones craneofaciales.  

En 1979 funda la Corporación de Ayuda al Niño Quemado, COANIQUEM, marcando un hito en su carrera médica y de emprendimiento social, dedicada a la atención infantil. Además, a lo largo de su carrera ha sido precursor de la ficha médica electrónica y telemedicina en Chile, impulsor de la Ley 19.680, que prohíbe el uso particular y venta de fuegos artificiales; y ha sido co gestor y líder del primer Registro Latinoamericano de Pacientes Quemados (RELAQ).

¿Cómo recibe el tan importante reconocimiento “Premio Nacional de Medicina 2024”?

Quisiera partir diciendo gracias a la Facultad de Medicina y a la Universidad Católica, que me acogieron como un alumno que venía llegando sin ningún antecedente, más que lo que había hecho en el colegio, y que me formaron como persona; como médico. Y esas herramientas, son las que fueron la base para que yo siguiera mi camino de especialización después, y mi desempeño en el servicio a los pacientes, sus familias, y también a la sociedad. 

En el origen de la Facultad de Medicina, la formación se centraba en lo humanista, en cómo tener una atención con el paciente eficaz pero también muy cálida y cercana. Lo que se traduce ahora también en esta actitud de servicio al paciente, que creo que es un poco lo que ha marcado mi vida. 

¿Cómo surge su interés en pacientes quemados, lo que luego llegaría a ser la fundación de COANIQUEM y su dedicación a la atención infantil?

El Dr. Alfredo Gantz era el jefe de servicios y profesor de ambas universidades (UC y UChile) en el Hospital Roberto del Río, donde hice mi internado de Cirugía Pediátrica. Él seleccionó a 6 internos para que hicieran su formación en el hospital. Ahí me formé, y ahí surgió la idea de crear COANIQUEM, tras la experiencia que me tocó vivir.  

Nació de atender pacientes en el sector público, donde descubrí que las quemaduras son una lesión que se da en niños pequeños, algunos de muy escasos recursos. Una vez que nosotros podíamos salvar la vida del paciente, haciendo las respectivas reanimaciones, haciendo los injertos, y logrando que recuperaran la cubierta cutánea, llegaba un momento en que esos niños tenían que seguir viviendo. Entonces ahí uno se concientiza y veía que el niño tenía que crecer, y que, si no había algo después del acto quirúrgico, o de las curaciones bien hechas, esto iba a terminar mal. Por lo que había que pensar también en una rehabilitación integral.

Además, había que considerar el factor psicológico. Es muy relevante, porque es un tipo de patología que marca mucho la vida de una persona, ya que afecta una de las áreas más sensibles, visibles y grandes del organismo, que es la piel. Entonces esto hace que la persona también tenga que sobrellevar algunos problemas en su relación social. Esto llevó a desarrollar otras técnicas de rehabilitación, fuimos uno de los pioneros en hacer rehabilitación en Chile, y eso fue lo que empezamos a hacer en el Roberto del Río. Pero en un momento determinado ya no fue posible continuar, por falta de recursos, y allí surge esta idea de llevar esto afuera, en una entidad sin fines de lucro.  

¿Cómo influyó el sello UC en este proceso y en los proyectos que vinieron después de COANIQUEM? 

Yo pienso que como exalumno de la Católica, una de las cosas que uno debe planearse es cómo puedo yo hacer algún cambio que tenga sentido para que las personas vivan mejor. Ya sea en el área de la prevención, de la investigación, o de la asistencia social, de manera de seguir aumentando la cobertura y la calidad de la atención. Y, de esta forma, seguimos de alguna manera posicionándonos en todos los campos, desarrollando nuevas técnicas, investigación, y compartiendo los resultados para mejorar el mundo y generar cambios en base a datos duros. 

Quisiera compartir con mis colegas que hay que pensar que este mundo sí puede ser mejor, y que yo tengo algún grado de responsabilidad que lograr, cada uno en su espacio. Este fue el espacio mío, y eso es lo que he hecho toda mi vida, pero no solo. También con la ayuda, por ejemplo, del Estado, donde tenemos convenio con los 29 servicios de salud, los que con el tiempo fueron progresivos, hasta llegar a una rehabilitación integrada. 

Y otra cosa bonita que aprendí, y que creo que es la base de esto, es, por una parte, saber que esa persona pone en mis manos lo más valioso que tiene, que es su propia vida. Saber que ese es un ser humano con dignidad, por lo que merece la mejor atención. Como si fuera mi madre, como si fuera mi esposa, como si fueran mis hijos. Y lo tercero que he aprendido estos años, es que ese paciente sufre; sobre todo el que tiene lesiones cutáneas. Tenemos que acompañarlo en su sufrimiento, hacerse parte y dedicarle tiempo en uno de sus momentos más difíciles. 

Ese es el sello UC. Trabajar con compromiso, ser capaz de ir más allá, y no solo, sino que también ser capaz de invitar a otros y juntos soñar. Juntos buscar una solución, y perseverar en eso. El mundo está lleno de buenas intenciones, pero hay que hacer capaz de hacer las cosas cuando hay que hacerlas. 

¿De qué manera se conecta esta visión del ejercicio de la profesión en la formación católica?

Detrás de esto hay una cosa que viene de la Fe religiosa, de la Iglesia Católica, que es el servicio. Jesús dijo no haber venido al mundo a ser servido, sino a servir. El mandamiento «que se amen los unos a los otros como yo los he amado», tratando de dar todo lo que yo sea capaz, y para ello tengo que hacerlo con otros, pensar juntos, buscar soluciones juntos, y buscar ayuda.  

Así que las cosas se pueden hacer, pero siempre que yo tenga ese deseo de servir, que es el motor para que finalmente no dejemos botado a mitad de camino una necesidad, un dolor que está allí, e invitando a otros. 

¿Cómo surgen otras iniciativas que ha liderado a lo largo de su carrera, como impulsar la Ley 19.680, promulgada en el año 2000, que prohíbe el uso particular y venta de fuegos artificiales? 

Cuando uno va siendo una persona con “más años de rodaje”, se da cuenta de que el hacer este bien da tanta alegría y felicidad, que uno trata de que otros también hagan cosas parecidas. Y cuando uno se enfrenta ante una situación definitiva, se da cuenta de que tiene que empezar a explorar un área diferente, que se llama incidencia pública.  

Cuando tú ya tienes un grupo con una cierta experiencia en un campo determinado, te vas convirtiendo en un referente del tema que estás trabajando. Y la incidencia pública consiste en ser capaces de influir en las definiciones de quienes tienen la autoridad. Por ejemplo, yo me enfrenté con el problema de los guateros. Empezaron a salir los guateros, y a llegar muchos quemados porque se rompían, entonces tomamos la iniciativa, hablamos con el ente regulador correspondiente, para hacer un estudio y definir una norma para que no pudiera venderse en Chile ningún guatero con ciertas características. Hasta que sacamos la norma, y bajaron en forma importante la cantidad de personas quemadas por ese motivo.  

Lo mismo hicimos con los fuegos artificiales, que es un ejemplo más notable porque es una Ley de la República, y un proyecto que marcó un estándar de recomendaciones para toda América Latina. Eso ya es incidencia pública internacional. A medida que vamos creciendo, somos más personas, tenemos más información y es para usarla, tanto transmitir enseñando como para cambiar la realidad. 

Por otra parte, yo siempre tuve esa visión global, desde el primer día. Tanto así, que cuando decidimos construir el primer centro, cuando no teníamos nada, yo ya pensaba que tenía que ser cerca de las carreteras y al lado de los aeropuertos. Y hoy todos los centros nuestros están cerca de los aeropuertos como norma de COANIQUEM, para poder facilitar el traslado de los pacientes. 

¿Qué fue lo que más marcó su experiencia como estudiante UC?

Primero, me marcaron mis compañeros de curso. Por un lado, mi esposa, que fue mi compañera de curso, María Ester Goldsack, a quien conocí, me enamoré y formamos una familia linda de 7 hijos y de 27 nietos. Lo segundo, grandes amigos. Por ejemplo, el Dr. Julio Pertuzé, el Dr. Andrés Valdivieso, son personas con quienes compartimos ideales, los 7 años estuvimos juntos, e hicimos amistad. También nos seguimos viendo y nos hemos visto crecer como personas.  

Y de los profesores, el que más me marcó fue el Dr. Arturo Jarpa Gana, profesor de Medicina Interna y también de Parasitología. Era un hombre extraordinario, y tenía una forma de servir a los pacientes que era fascinante. Y también el Dr. Santiago Soto que todavía está vigente, que en ese entonces era un médico joven con mucho interés y mucha sabiduría. 

Esas fueron algunas de las personas que más me marcaron de la carrera de Medicina, siendo muchos más los que podría mencionar, pero son quienes se me vienen a la primera línea, con recuerdos muy lindos.  

Además, me marcó que la Universidad me dio la oportunidad de hacer cosas que iban más allá de mi carrera. Pude tomar ramos en la Facultad de Teología, algo que en ese tiempo no se podía, ya que no correspondía al currículo de mi carrera. Y no era que quisiera ser cura, sino que quería profundizar en las escrituras, y aprovechar los espacios estando en los mismos campus.

La universidad está para aprovecharla más allá de cumplir el currículum y sacar una nota en una prueba. La universidad va más allá, es todo lo que se respira en torno a la ciencia, el arte, la cultura, el conocimiento, la amistad, y aprender la incidencia pública. 

¿Qué sueña para Chile?

Yo creo que Chile es un país maravilloso, en que todos tenemos que sentirnos cofundadores y comprometidos, con algunos criterios muy clave.

Primero, no hay espacio para la violencia, que destruye; segundo, ponerse en el lugar del otro; y tercero, que lo más importante para el país es la persona humana, y la familia, donde se cultiva la persona humana. Como una plantita que hay que regar y cuidar. Y que esa persona llegue a ser un ciudadano que quiera cuidar el país. 

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