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Entrevista a un egresado: Andrés Viviani

Con su proyecto solista, Andrés Viviani, licenciado en Historia del Arte y egresado del Magíster en Estéticas Americanas de la UC, se presentará el 18 de abril en el Complejo Andrónico Luksic de la UC. En esta entrevista nos cuenta cómo ha integrado su formación académica, con su pasión por la música y su compromiso con la cultura de los pueblos originarios.

 

¿Qué fue lo que te incentivó a tomar el Magíster en Estéticas Americanas en la UC?

Entré al magíster en Estéticas Americanas porque mi tesis de pregrado hablaba sobre el paradigma y representación cultural mapuche en la experiencia museográfica chilena. Quería seguir investigando por ese lado y en el contexto del magíster me di cuenta que el campo de estudio se abría, que uno podía proyectarse y abordar de formas diversas la comprensión de los fenómenos culturales, artísticos y estéticos.

Además, se complementaba con las cosas que venía haciendo. Por ejemplo, en el contexto de la estética musical, había unos ramos bien interesantes. Tuve la suerte en el magíster de tener clases con Alejandro Guarello, tremendo profesor. También tuve clases con la profesora de teatro Soledad Lagos, con quien pude proyectarme en otra de las de las cosas que venía haciendo, música para teatro. Bueno y por sobre todo, en los estudios relacionados con el arte y la cultura de los pueblos originarios, que a mí me fascinan y es a lo que hoy estoy dedicado en el Aula de Arte Pueblos Originarios de Campus Oriente.

¿Qué recuerdos tienes de tu época como estudiante en la UC?

Cuando entré a la Universidad Católica, venía recién saliendo de la licenciatura. Recuerdo las primeras clases con estos tremendos profesores, con doctorados y posgrados en el extranjero; sentía que me estaban metiendo a presión, en la cabeza, mucha información (jaja). Me acuerdo que al principio estaba tan preocupado que me levantaba tipo cuatro de la mañana a estudiar, para poder tener el silencio necesario para concentrarme.

Pero a pesar de todo, tengo lindos recuerdos. Estudiando me di cuenta que el programa del magíster, me permitía proyectarme en los temas que a mi más me interesaban, principalmente en el contexto del arte, la música y la estética. Recuerdo que tuve la suerte, por ejemplo, de entrevistar a Don Vicente Bianchi, Premio Nacional de Música. Estuvimos en su casa conversando acerca de cómo se generan estos procesos de síntesis, entre la música docta y lo popular.

¿Siempre tuviste el interés en la música?

¡Desde muy chiquito! Por ejemplo, mi mamá embarazada de mí cantaba en el Coro de la Universidad Austral.  Y claro, me contaba que ella iba para todos lados de gira y yo estaba ahí cantando (jaja). Después mi viejo soñaba con regalarnos un piano y cuando llegó nos empezó a enseñar. Yo antes de los 7 años ya tenía mucho contacto con la música, con guitarra, piano, charango y otros instrumentos. También tuve clases con profesores particulares, después en el conservatorio y ha sido como un camino de vida, porque uno sigue estudiando siempre. Este lunes empiezo clases con Federico Dannemann, que es un jazzista connotado. También estudié con Ankatu Alquinta, y estuve mucho tiempo compartiendo y aprendiendo con la Tita Parra y con el Antar Parra, quienes me enseñaron mucho de música y del oficio del artista.

¿Cómo surge este proyecto solista?

Mi proyecto solista tiene 25 años de trayectoria. Tengo 5 producciones editadas. La primera se llama «Pequeño Soñador, Andrés Viviani y La Trova (2003)». Después lo sigue el «Retrato en Plaza Italia (2010)». También hay un EP que se llama «Ankán (2018)», algunos singles por ahí, y el pasado 2021 grabamos un concierto documental que se llama «Haikú» que es lo que vamos a presentar en el Complejo Andrónico Luksic.

Haikú es un concierto en vivo, que se grabó en tiempos de pandemia. Es bien interesante; aparecemos con mascarillas, mostrando todo el proceso de montaje. En este contexto extraño, pandémico, grabamos el concierto y quedó maravilloso. Le encantó a la programación del Complejo Luksic, asique nos invitaron.

¿Cómo te inspiraste para hacer el videoclip de Haikú? ¿Qué cosas te inspiran?

El videoclip son 3 canciones, cada una de aproximadamente 6 minutos. Yo soy muy creyente, muy cristiano y me inspira mucho el mundo espiritual.

¿Por qué?

Porque me lleva a conceptos como: centro, equilibrio, armonía, paz, amor. Todas esas cosas están contenidas en la idea de Dios, y en ese sentido, la conexión con la naturaleza, todo lo que es iconográfico en las letras de las canciones: La vertiente del agua, el viento, las flores, son una guía al espíritu de Dios. Todas las letras tienen este lirismo que viene mucho de la naturaleza y de sorprenderse un poco con las flores abriéndose en primavera y tantas otras cosas hermosas. Me he dado cuenta también lo poco que nosotros miramos la naturaleza, y de lo bien que nos hace contemplarla, porque de alguna forma nos vaciamos del ego, nos vaciamos del yo y logramos comprender lo que está fuera de nosotros, nos conectamos de alguna forma al conmovernos al sorprendernos. Hay algo ahí que pasa cuando nos desligamos, cuando nos damos cuenta de la belleza que rodea la existencia. Y por ahí vienen un poco todas las reflexiones de la poética de las canciones. La música también viene un poquito de ahí, pero ya son matices que tienen que ver más con el folclor con la música de raíz, con el jazz y con la música más docta. Hay matices también que vienen del rock, que nunca se han dejado de lado, y en este contexto creo que se ajusta decir que hacemos un folclor progresivo.

¿Cómo equilibras tu tiempo entre el trabajo en la UC, la música, las clases de Aikido y tus proyectos personales?

Tengo dos niñas pequeñas y otro hijo de 9 años ¡Es heavy! Hoy día me levanté a las 4.45 de la mañana y aproveché de hacer todas mis cosas. Trató de ocupar la mañana/madrugada lo más que se pueda. Durante el día trato de dedicarle todo el tiempo a mi trabajo en el aula. Y en las tardes, por ejemplo, los jueves hago clases de aikido en San Joaquín.  Los miércoles en la mañana hago clases en la Organización Chilena de Aikido. Con respecto a los ensayos, a veces baja la intensidad cuando no hay conciertos, pero ahora estamos teniendo dos ensayos semanales más todo el trabajo que es de papeleo, porque hay que siempre estar enviando partituras e información.

¿Qué consejo le darías a alguien que esté interesado en estudiar Estética o en seguir una carrera musical?

Desprejuiciarse, porque el arte no es solo forma y pensamiento. Sino que tiene que ver con cómo el ser humano se ha manifestado acá en el planeta, en la Tierra; como ha dejado vestigios, cómo se comunica desde tiempos muy antiguos, o desde el mismo presente.

Creo que sacarse los paradigmas de encima, el ojo crítico, porque uno empieza a educar o mal educar desde muy pequeño el ojo.  Desprejuiciarnos nos ayuda mucho a entender lo que nos estaba tratando de decir la persona, el artista, y ahí es donde está el mensaje verdadero. Porque no está en lo que nosotros podemos decir de la pieza; pararse a mirar la pieza y tratar de buscar lo que trató de decir la persona que la hizo, diría que ese es el desafío.

¿Cómo es el Chile que sueñas?

Sueño con un país donde estemos más integrados. Un país que esté más abierto al mundo también, dentro de esta misma integración. Y que considere tanto los sueños de los pueblos originarios como los sueños de todos los habitantes del país.

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