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Entrevista a una egresada: Claudia Pérez

Enamorada del Teatro, pero también apasionada por la ciencia y la medicina. La actriz UC, Claudia Pérez, lanzó su primer libro dedicado a niños(as) de todas las edades, llamado «Flores para Rita», que ha sido parte de una trayectoria dedicada a la actuación, a la dramaturgia, a la dirección y ahora a la escritura.

 

¿Cuándo nació tu interés por estudiar Teatro? ¿Quisiste ser actriz desde niña?

Mira la verdad es que no, para nada. Yo tenía inquietudes científicas, yo quería estudiar medicina. Tenía puros 7 en biología y química. En una momento llegó una profesora al colegio que me hizo enamorarme del teatro. Yo siempre fui súper cercana a la poesía y a cosas más literarias. Estaba en un colegio (Scuola Italiana) que también valora mucho el arte.  Y cuando llegó esta profesora de teatro como que lo conocí porque nunca, o sea, lo había visto un par de veces, pero nunca antes había vivido la experiencia de la creación y ahí me enamoré, me enamoré y dije: «estudiaré teatro».  Obviamente mis papás se preguntaban: «¿cómo pasas de medicina a teatro? ¿En qué momento nos descuidamos así?» (se ríe) Pero yo soy de ideas fijas.

¿Qué recuerdos tienes de esos años en la Universidad? 

Los mejores. El primero es Campus Oriente. Para mí, ese lugar representa una memoria llena, de pura felicidad, aprendizaje, sorpresas, amor. Ahí conocí al Rodrigo. Empezamos mientras estudiábamos. Él era ayudante mío y yo estaba entrando. Tengo mis mejores amigos, compañeros de escuela. Es que allá era encontrarse con gente que era igual a ti y que pensaba lo mismo, o más o menos lo mismo, que tenían las mismas inquietudes, las mismas curiosidades. Aprendimos juntos, vivimos la experiencia artística juntos, entonces tengo los mejores recuerdos. Además, mi hija estudió ahí. Por eso, lanzar mi libro en Campus Oriente como que cierra un ciclo súper poderoso de aprendizaje. 

¿Cómo sentiste o percibiste que fue la experiencia de tu hija estudiando Teatro, en el mismo lugar, respecto a la tuya?

Ella estudió en pandemia, entonces los dos últimos años fueron tristes. Estudiar teatro por zoom es tan fuera de la génesis del teatro, porque el teatro finalmente es feedback, es público, es presencialidad.

Y en cuánto a su estructura, ¿ves el campus muy cambiado?

Sin duda que está distinto. He vuelto harto al campus y he visto sus cambios. Volví porque hacía clases allá. Además, muchas veces ensayé obras que me llamaron de la Católica, entonces he estado continuamente yendo y busco excusas para ir también porque me encanta.

Cuando yo estudié había muchas carreras, estaba periodismo, derecho, historia, entonces era un campus lleno de gente siempre. Habían dos quioscos, no solamente uno en el patio como es actualmente. Donde estaba la Escuela de Teatro era el casino, y toda esa parte que es el casino ahora, eran canchas de básquetbol.

¿Hace cuánto empezaste a escribir Flores para Rita? ¿Cómo partió este proceso?

En el 2018 hice un diplomado en neuro-aprendizaje. Entré por curiosidad, porque habían puros profesores y yo era la única actriz. Todos estaban como preguntándose: «¿y tú, qué estás haciendo aquí?». La verdad es que me metí porque me encanta la ciencia, me encanta la medicina y me di cuenta que la neurociencia te sirve para el día a día, para el teatro, para escribir en dramaturgia.

este cuento surgió en el trabajo final del diplomado. Al final del curso había que hacer un trabajo de investigación y yo le pregunté a mi profesora si podía hacer un relato, porque como yo escribo obras de teatro. De hecho, «Flores para Rita» nació como una obra de teatro. A la profesora le encantó y todos comentaron que estaba muy bonito. Y ahí quedó hasta que después se me ocurrió hacerlo un cuento infantil, y empezó un recorrido super largo con ilustradoras y más.

¿Por qué decidiste cambiar de idea y transformar la obra en libro infantil?

Lo que pasa es que la obra de teatro que hice era yo sola, se llama teatro Lambe, que es un teatro chiquitito. La experiencia es unipersonal. E hice como un cerebro grande y los personajes actuaban, mientras había una voz en off. Entonces era inviable poder hacerlo. No era viable que lo pudiera hacer yo, porque además siempre estoy con mucho trabajo. La verdad es que a mí me cuesta el teatro infantil, porque creo que es difícil y la gente que hace teatro infantil tiene expertise en eso. Y me cuesta, de verdad me cuesta, entonces dije: «pucha, teatro infantil es en la mañana. Yo tengo mucho trabajo, no voy a poder hacer las funciones». Entonces se me ocurrió hacer un cuento, pero nunca pensé que se iba a poder editar, como que siempre lo pensé para algo en la web, subirlo a alguna página y que quedara ahí con algunas ilustraciones o bocetos. 

Nunca te lo imaginaste como un libro en papel…

No, es que lo encontraba demasiado imposible. Hasta que se lo pase a Marcelo Simonetti, que también escribe novelas infantiles, escritor super reconocido, para que lo leyera. También se lo pasé a otra amiga, la Jovana Skarmeta, que era la editora de Pedro Lemebel. Me dijeron que estaba super bueno, porque tocaba muchos temas como el duelo, el bullying, con conceptos de neurociencia para el niño. Además, es fácil de leer. Ellos me dieron el contacto de algunas editoriales y las contacté. Y de algunas recibí respuestas, de otras ninguna, cero, entonces me desanimé. Hasta que trabajando con la Javi, mi editora, me dio la idea de enviar el texto en una convocatoria. Yo ya  tenía las ilustraciones porque ya habíamos trabajado como dos años con la ilustradora y dije: «ya, hagámoslo»

A los dos meses llegó una evaluación hermosa que me hizo llorar. Era como el proyecto mejor evaluado del concurso y me avisaron que lo iban a editar. Yo no lo podía creer.

Además del reciente lanzamiento del libro, ¿en qué otros proyectos estás participando? ¿Puedes adelantarnos de tus  futuros proyectos en la actuación? 

Actualmente estoy en «De uno a diez, ¿cuánto me quieres?», que es una obra en el Teatro Aparte, en donde todos los que actuamos son de la Católica. Además, estoy con «Amiga date cuenta» en el Teatro Mori del Parque Arauco, una obra de la Karla Zúñiga, que es una gran dramaturga. Estoy con mucha gira. De hecho, vengo llegando de México, de una gira internacional que fui con un texto de Lemebel. Además, estoy con otra obra que yo escribí, que se llama «Reversible», en donde nos vamos la próxima semana a Antofagasta y nos llevó por el norte hace un mes atrás.

¿Estás como con 4 o 5 obras? 

Como con 5 obras operativas. Dos que en las que estamos constantemente en funciones, y las otras 3 en las que salimos de gira constantemente. Voy a empezar una teleserie ahora también. Entonces estoy con hartas cosas, por eso era inviable poder hacer teatro infantil. 

¿En qué rol te sientes más cómoda? 

Como actriz. Siempre. Yo soy súper actriz. Mas que dirigiendo, por ejemplo. De hecho, no me gusta mucho dirigir, porque me cuesta el conflicto. He escrito 7 obras de teatro, de las cuales se están todavía dando muchas, pero en general prefiero que dirija otra persona. De hecho, me llaman mucho para dirigir y siempre digo que no porque no me atrevo.

¿Qué le recomendarías a alguien que esté estudiando teatro actualmente? 

Que aprendan a manejar la frustración, que a mi parecer, es lo más difícil en una carrera artística. Todos los procesos creativos empiezan de cero siempre. Aunque tú seas conocido, aunque hayas hecho muchas cosas muy buenas, siempre empiezas desde cero y eso uno tiene que manejarlo, también, porque muchas veces dan ganas de tirar la esponja. En este trabajo tienes que  levantarte muchas veces. 

De hecho, yo la semana pasada hice un casting y lo más probable es que no quede porque en realidad la mayoría de las veces uno no queda. O sea, incluso las grandes actrices, no quedan. Y no solamente en casting, sino que también en tu propio proyecto. He hecho obras, en donde me he ganado fondos muy bien evaluados, y no fue nadie a ver la obra porque era muy dura, porque habla de explotación sexual infantil. La gente no quiere ver obras terribles, quiere reírse, pero también hay comedias que tampoco funcionan. Depende de los contextos.

Por último, ¿cómo es el Chile de tus sueños?

Sueño con un Chile que tenga igualdad, que tenga paridad. Un país respete los derechos, que tenga como prioridad la la infancia, la educación y el acceso a la educación de forma igualitaria. Yy creo que desde ahí se parte. Yo creo que teniendo una buena educación en niños, niñas y adolescentes, todo va a mejorar, o sea, siento que ahí está la semilla. Finalmente me gustaría que fuéramos más tolerantes también, que hubiera paridad de género. Mis banderas son siempre la infancia y el feminismo.

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