Buscador

Entrevista a una egresada: Soledad Miranda

Desde el hospital pediátrico universitario más grande de América, Soledad Miranda, alumni de Bioquímica y PhD en biología molecular y celular, recorre sus 15 años de estudios en la UC.

¿Qué te inspiró a estudiar Bioquímica?

Todo empezó con una familia que apoyo mi curiosidad y ganas de explorar. Algo que tienen todos los niños. Crecí en el campo, con una mamá experimentando en agricultura orgánica, un papá veterinario que me entrenó como su asistente y me leía noticias científicas y un tío vecino que es un famoso ornitólogo. No tenía idea que la carrera de bioquímica existía hasta que leí un artículo en una revista para niñas que se llamaba “Tu”. La revista tenía en su mayoría artículos sobre maquillaje y ropa, pero ese número tenía una fantástica sección con carreras científicas. Esto muestra lo importante que es mostrarle a niñas y mujeres jóvenes las posibilidades inexploradas que existen y que no siempre son obvias. Tenía tal vez 14 años y me pareció un mejor plan que tratar de ser astronauta. Mi nuevo sueño era trabajar como bioquímica haciendo experimentos con plantas en la estación espacial. A esa edad todo puede ser posible. Solo hay que tener un plan y trabajar duro. Puede que no lleguemos a las estrellas, pero podemos llegar donde nadie más ha llegado.

¿Por qué elegiste la UC como tu casa de estudios?

Porque es la mejor universidad en Chile.

¿Qué recuerdos tienes de tu paso por la UC?

Me acuerdo lo difícil que fueron los primeros meses de pasar a ser la mejor alumna en el colegio a no entender nada. Me di cuenta lo diferente que era el nivel de enseñanza en un colegio de mujeres con los colegios de hombres. Ellos tenían conocimientos en matemáticas mucho más avanzados. Espero que eso haya cambiado. Al final me gradué con distinción máxima eso sí, así que no era que fuera tonta, pero así me sentía. Me acuerdo también lo unidos que éramos los bioquímicos (el cupo era 10 alumnos) nos hicimos muy amigos y nos ayudábamos todo el tiempo. Prácticamente vivíamos en la fantástica biblioteca de San Joaquín. Tenía unos sillones donde uno se sentaba y se quedaba dormido. Viajábamos juntos en micro a los cursos en casa central y esperábamos la famosa micro Pedro de Valdivia 3E o la San Bernardo-Las Condes para ir a la casa. Soñábamos con un metro, que se hizo realidad muchos años después. Me marcó mucho también participar en el curso de montañismo, la selección y luego la Rama de la UC. Tanto compañerismo y real espíritu universitario. Había una foto de todos nosotros en la cumbre del Aconcagua en la “casita” de deportes de San Joaquín. Todavía seguimos en contacto. De hecho, luego se viene la gran celebración de los 90 años de nuestro profesor Claudio Lucero. Mirando hacia esa época me gustaría haber podido cambiar la cultura machista en los laboratorios de investigación y las pocas mujeres científicas con las que una se podía identificar. Es una tarea que sigue vigente 30 años después, a pesar de que se ha avanzado.

¿Por qué decidiste estudiar un doctorado? ¿Cómo fue esa experiencia?

Para mí, que me encantan los desafíos, era el paso lógico en mi carrera. Yo fui la última bioquímica en titularme del programa de 5 años con tesis.

Hay una tendencia mundial actualmente en redes sociales de caricaturizar a los alumnos de doctorado como víctimas en una situación imposible. Pero, la realidad para la mayoría de nosotros es que es una etapa muy entretenida y llena de logros. Indispensable para una carrera académica, pero además el grado académico de doctor te abre las puertas de cualquier trabajo y en cualquier país del mundo: en industria, consultoría, gobierno, defensa, divulgación, organizaciones sin fines de lucro, en fin, la lista es muy larga.

¿Qué creerías que ha sido lo más desafiante a lo largo de tu carrera?

Como muchas mujeres de mi generación, es tener la libertad de ser profesionales exitosas con un trabajo de alta exigencia, pero al mismo tiempo enfrentar la realidad cultural que la casa y los niños siguen siendo en gran medida nuestra responsabilidad. También ha sido difícil la incertidumbre de una vida nómade donde tu carrera te lleva a ciudades nuevas con códigos desconocidos. Emigrar a la ciudad de Nueva York con mi hijo de 5 años y empezar un postdoctorado en neurociencias fue difícil, pero a la vez nos abrió la puerta a ambos a una vida con muchas más posibilidades. Ahora vivo con mi familia en Montreal, otra ciudad increíble, con desafíos personales, climáticos (¡hoy hacen -27°C!) y profesionales que hemos superado juntos.

¿Cómo es el escenario una vez que sales al mundo laboral para una mujer científica?

Empezando la vida profesional tenemos las mismas opciones laborales que los hombres. Mas adelante, en posiciones de liderazgo es cuando se empieza a ver que los hombres tienden a tener mejores sueldos incluso en el mismo rol. Hay muchas áreas que están dominadas por hombres, que tienden a seleccionar personas como ellos para cargos de importancia. Hay estudios que muestran que mujeres investigadoras reciben menos financiamiento para sus proyectos, tienen más problemas para publicar sus trabajos y son evaluadas más mal por sus alumnos. Lo que es sorprendente es que la discriminación viene de hombres y mujeres. Todos tenemos cierto nivel de discriminación que muchas veces es inconsciente. Es imprescindible informarse y educarse para que todos tengamos realmente las mismas oportunidades.

Yo hago mi parte como voluntaria en el grupo internacional de apoyo a mujeres y minorías en ciencias “500 Women Scientist”. En las redes sociales tengo mi nombre de superheroína “neurolatina” y hace poco fui invitada a un panel de SCWIST, la Sociedad de Mujeres Canadienses de Ciencia y Tecnología, por mi trabajo promocionando carreras científicas como una opción para mujeres latinas.

Actualmente Soledad es neurocientífica en el centro de investigación del Hospital Madre-hijo de la Universidad de Montreal, el hospital pediátrico universitario más grande de América. En este momento trabaja en paralelo en varios proyectos, todos relacionados con el desarrollo de la corteza cerebral y la manera en que la información que reciben las neuronas se transforma en memorias.

«Acabamos de publicar un estudio en un modelo de autismo en ratones de laboratorio. El estudio abre la posibilidad de desarrollar una terapia y en este momento estoy aprendiendo cómo navegar este salto entre laboratorio de investigación y desarrollo de productos. Tenemos una oficina en el centro de investigación dedicada a patentes y transferencia tecnológica, así que estamos muy bien asesorados, pero el aprendizaje nunca termina en esta carrera», comenta la egresada.

¿Qué desafío o proyecto nuevo te gustaría empezar?

Voy a empezar una consultoría en el Decanato de la facultad de Medicina, asesorando los programas de investigación interdisciplinaria, el apoyo a los investigadores y la promoción de la investigación que se hace en la Universidad. Me tiene bien contenta porque estaba buscando un cambio gradual de carrera ahora que ya cumplí cincuenta años. Con tantas noticias falsas que tienen que ver con ciencias de la salud, es el momento para nosotros los científicos de salir del laboratorio y tomar un rol más activo en todos los aspectos de la sociedad. De hecho, me encantaría hacer un trabajo de asesoría parecido en la UC, aportando con mi experiencia, ahora que el trabajo a distancia está tan normalizado.

¿Qué le recomendarías a quienes están estudiando actualmente Bioquímica?

Que no es una carrera fácil, pero que el esfuerzo los va a preparar para llegar muy lejos. La formación que entrega la UC es excelente a nivel mundial. Les sugiero que inviertan tiempo en aprender bien inglés, que es el idioma de la ciencia. También les sugiero que consideren primero hacer un magister o doctorado y segundo, que estudien o trabajen en el extranjero por un año por lo menos, para ampliar los horizontes y decidir mejor su camino. La mejor manera de lograr una oferta de trabajo es ir a un congreso internacional (que puede ser en Chile) y hablar directamente con el investigador con el que quieren trabajar. Las carreras científicas tienen la gran ventaja de ser universales y van a poder trabajar en cualquier país sin convalidar nada.

¿Cómo es el Chile que sueñas?

Sueño con un país donde la educación de calidad sea accesible a todas las personas. Donde todos puedan tener muchos libros. Donde los noticieros muestran las cosas buenas que pasan, en vez de asustar a la gente. Un país donde sea normal esforzarse por el bien común, la honestidad, el respeto a las personas y a la naturaleza, donde el verdadero costo social y al planeta sea considerado en el costo de producción. Donde la justicia sea igual para todos. Un país donde las mujeres y las minorías sean respetadas. Un Chile donde el rol del Estado en promover el bienestar, la investigación y progreso sea reconocido, porque el desarrollo de un país no se debería medir con los pocos que llegan lejos, sino por cómo viven sus habitantes más vulnerables.

Otros Relacionados