Buscador

Alumni David Bravo es elegido como el «Economista de 2023»

El exalumno de Ingeniería Comercial de la UC y máster en Harvard obtuvo este reconocimiento, que entrega Economía y Negocios domingo de El Mercurio, gracias a la opinión de sus pares.

Catalogado por el diario El Mercurio como «el señor de los datos» en su titular, David Bravo, alumni de Ingeniería Comercial y también exalumno de magíster de la Universidad de Harvard, recibió el premio que entrega Economía y Negocios del diario «Economista del 2023».

Con 35 años de trayectoria, el además director del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales UC, ha estado detrás de los principales estudios en primera infancia, educación, trabajo y seguridad social realizados en el país. Y ha promovido la producción de mejores datos y el diseño de evaluaciones de impacto relevantes para las políticas públicas. En 2023 encendió una alerta por la “emergencia laboral” e hizo un significativo aporte al debate sobre pensiones.

Si hubiera un «señor de los datos», así como el «de los anillos», ese sería David Bravo. «He estado discutiendo y peleando sobre datos desde la época que las encuestas Casen no eran públicas«, dice, tranquilo pero firme.

A sus 59 años, esta verdadera «obsesión» del economista egresado de la Universidad Católica ha estado detrás de los principales estudios en primera infancia, educación, trabajo y seguridad social realizados en el país. Ha dirigido la encuesta Casen y las de ocupación y desocupación, las primeras longitudinales en Primera Infancia en 2010, 2012 y 2017. El año recién pasado encendió alertas por la «emergencia laboral» tras el alza sostenida del desempleo y, hace poco, otro estudio suyo reveló que hoy las tasas de reemplazo de las pensiones en Chile son similares a las OCDE.

Durante su carrera, el alumni David Bravo ha hecho de las cifras su arma intelectual y académica, su voz en el debate de las políticas públicas, por eso sus pares lo distinguieron como el «Economista del año 2023», premio que se entrega desde 2001.

¿Quién es el alumni David Bravo?

La «inesperada» noticia logró romper su resistencia y, por primera vez, entra en su historia más personal. David Verny Bravo Urrutia es el mayor de tres hermanos, su padre fue contador y su madre profesora de Francés. Del primero heredó el gusto por los números, pero fue la exigencia y disciplina maternal —referencia recurrente en esta conversación—, lo que marcó su pasión por la lectura y humanidades. A los 4. años ya leía, y fue su constante desde la Escuela 240 de Cerrillos hasta el liceo salesiano Juan Bosco en avenida Cumming.

Recuerda que el aterrizaje no fue fácil. «Es duro el colegio de hombres», comenta. Pero su buen desempeño y sus generosos resúmenes —dice riendo— le abrieron puertas. Y los salesianos profundizaron la formación religiosa que mantiene. Luego, en la Pastoral universitaria de la UC encontraría «una Iglesia que miramos con admiración, abierta, y que empezó a jugar un rol excepcional en tiempos excepcionales”.

Su padre votó a Frei Montalva, pero luego derivó a pinochetista. Las discusiones familiares asentaron su libertad intelectual. «No sirvo demasiado para obedecer porque sí, aprendí pronto a tener fuertes convicciones, disentir con respeto, enojarse incluso», explica, «pero sin pelear y manteniendo la libertad interior».

Recuerdos de su formación

Aunque inicialmente pensó en la Universidad de Chile, su familia se había cambiado a Santa Lucía, lo conquistó la amplitud en todo sentido del campus San Joaquín. Partió a la Facultad de Economía UC en pleno boom económico del ’82, y las protestas siguieron a la recesión.

Su corazón es concertacionista, «muy concertacionista». Está feliz de haber recibido el reconocimiento que la UC le entregó, el pasado jueves, junto al exministro Alejandro Foxley. «Esos 30 años son lo que necesitamos», señala orgulloso.

Entre sus compañeros recuerda a Raúl Labán y al exministro Andrés Gómez Lobo, a Juan Eduardo Coeymanns, Rolf Lüders, como grandes maestros. También al fallecido Ernesto Fontaine. Un gran profesor, pero distante de sus ideas. «No fue fácil estar en la facultad», comenta. Con todo, no pensó en cambiarse; había nacido para la universidad.

Pero su primer empleo fue en Aninat y Méndez, la consultora del exministro de Frei y el exdirector de Presupuestos de Pinochet. «Fue bonito ver a dos grandes amigos, tan opuestos y que trabajaban bien juntos«. De ahí recaló en Cieplan, bajo la dirección de René Cortázar, conoció a Alejandro Foxley, Ricardo Ffrench Davis, José Pablo Arellano, Manuel Marfán, Patricio Meller, Andrés Velasco, Mario Marcel. Un periodo clave en el giro público que tomaría.

La «cooperativa» de Harvard 

El economista entró el 11 de marzo de 1990 al Ministerio del Trabajo, junto al ministro René Cortázar y al economista Joseph Ramos, un gran amigo hasta hoy. Dos semanas antes se había casado con la socióloga Verónica Flores con quien tienen cuatro hijos. No hubo casi luna de miel y tampoco fines de semana. Sin información —»nos encontramos todo vacío»— pero en mesas tripartitas con los empresarios de Manuel Feliú, Manuel Bustos y Arturo Martínez por los trabajadores, firmaron inéditos «acuerdos» en salario mínimo, luego la reforma laboral y sentar, incluso, bases para el seguro de cesantía.

A los tres años ya sabía que para ser «un buen hacedor de políticas públicas«, necesitaba información: datos y tiempo para estudiar. Con su primera hija de pocos meses, los Bravo Flores llegaron a Harvard en Boston. Allá nació la segunda, de regreso al país llegaría la tercera y varios años después, Joaquín, el «concho». La gran marca familiar dice que la puso su mujer, «una personalidad muy fuerte, muy atrayente» que participó en el Ministerio del Trabajo, también en Comunidad Mujer.

En Harvard conocieron a los economistas Fernando Lefort, Marcela Cabezas, a Patricio Zapata, Claudio Orrego, Jorge Espinoza y Andrés Bernasconi; también el astrónomo Diego Mardones, Luis Eduardo Bresciani, la experta en educación Andrea Bravo, la psicóloga Francisca Morales y la psicopedagoga Cecilia Muñoz. Una «suerte de cooperativa» cuyos lazos se mantienen.

El director del Departamento de Economía de la FEN, Ricardo Paredes, y el decano Luis Riveros lo traerían de regreso. Y Bravo sabía a qué, iba tras los datos y la U. de Chile los tenía. «Su encuesta de empleo data de 1957, habían hecho la primera encuesta Casen en 1987«, explica. Su primer éxito vendría 3 años después, con la encuesta IALS sobre alfabetización de la OCDE (hoy se denomina PIACC). Desnudó una dramática realidad: 50% de los chilenos no entendía lo que leía. «Tuvo impacto, me di cuenta del poder de los datos«, recuerda.

Su último trabajo en el Centro de Microdatos, en 2013, fue actualizar el mismo estudio. «Los resultados también fueron muy lamentables«, agrega.

Otro punto de inflexión fue la encuesta de empleo que realizaban en el Gran Santiago y que subió —contradiciendo cifras del INE—, con la crisis asiática. El Banco Central se incomodó y retiró parte del aporte. «Me molestó que se pusiera en riesgo el patrimonio estadístico de una encuesta que llevaba tanto tiempo«, sostiene hoy.

Encargos posteriores no harían sino profundizar su «libertad de cátedra». Como el de la ministra de Educación de Lagos, Mariana Aylwin, en medio de una controversia con el Colegio de Profesores por la «deuda histórica». Los llamados no paraban, mientras el economista escribía su informe, no se sintió cómodo, decidió hacerlo público en la web y mandar a cada parte un correo con información. Conclusión: no encontró fundamentos para el «concepto de deuda histórica docente», sí sugerencias para acortar el rezago.

En 2006 vendría la Comisión Marcel para mejorar las pensiones, en 2008 la Meller de Trabajo y Equidad, y tres años después, integraría el grupo técnico dirigido por Osvaldo Larrañaga —un partner cercano— que reestructuraría el Sence por encargo de Evelyn Matthei, entonces ministra del Trabajo. Habían pasado 11 años de la primera, cuando Michelle Bachelet —en su segundo gobierno— lo convocó nuevamente para buscar respuesta a las bajas jubilaciones. Con Nicolás Eyzaguirre como ministro de Hacienda y el mismo Marcel y Alberto Arenas en la dirección de Presupuestos habían dado el primer paso con la primera Encuesta de Protección Social, en 2002. El estudio arrojó que la densidad de cotizaciones era muy baja y se volvió a hacer en 2004, diagnóstico que utilizó la comisión Marcel.

El acuerdo fue el sello de ese grupo, se llegó a grandes consensos que luego permitieron instalar la licitación de cartera, la pensión solidaria, el seguro de invalidez y sobrevivencia. La «comisión Bravo» fue más compleja, era muy heterogénea, con un «ánimo anti AFP» presente, hubo desacuerdos y votos de minoría en varios puntos.

Tampoco fue fluido el trabajo que realizaron en 2013 con su amigo Larrañaga y otros tres expertos, por encargo de su exprofesor Juan Eduardo Coeymans para zanjar la polémica que enfrentaba el INE tras el fallido Censo de un año antes. No fue casualidad que anunciaran el resultado en la U. Chile y no en el INE.

Giro hacia las pensiones 

Por estos días, David Bravo cumple 10 años en la UC. Decidió emigrar de la U. de Chile a «un centro bien interdisciplinario», como el de Encuestas y Estudios Longitudinales que tiene en la Facultad de Ciencias Sociales, con psicólogas, sociólogas, estadísticos y economistas, más académicos extranjeros y de otras universidades chilenas.

¿Logró lo que se propuso? «De todas maneras«, responde. En estos años, Bravo ha ampliado sus estudios a temas de educación, como el de Primera Infancia que sigue a 15 mil niños y niñas nacidos entre 2006 y 2010, también medio ambiente, empleo, salud mental. Están participando en las encuestas más importantes del país, dice.

Todo, sin dejar de lado una de sus líneas «preferentes». «He buscado datos laborales desde que trabajaba en el ministerio, quería hacer un estudio longitudinal de pensiones, siguiendo historias laborales y cotización de un grupo de personas«, explica. Lo intentó en la llamada comisión Bravo y ni Bachelet pudo conseguirlos, insistió cuando este Gobierno mandó su reforma de pensiones, primero en una carta a El Mercurio «para que la discusión, esta vez, sea con mayores fundamentos». Y en enero del 2023 volvió sobre la Superintendencia y tuvo igual respuesta; los datos no estaban. Entonces preguntó a las AFP, firmó los convenios de confidencialidad y la Asociación de AFP le entregó información innominada sobre 15% de los afiliados y pensionados.

Concluyó que las pensiones siguen siendo insuficientes en Chile, pero sus tasas de reemplazo alcanzan el 80% para los hombres y cercanas al 60% en las mujeres; un rango similar al OCDE. Levantó otra polvareda, y la Superintendencia ofició a la Asociación por los datos. «Espero que se hagan públicos y puedan permear».

«Si vamos a estudiar una reforma«, continúa, «es esencial saber desde donde partimos, no desde donde nos imaginamos que partimos«.

Mirando al futuro, una aspiración es entrar «con inteligencia de datos» en el terreno de la seguridad. Los datos están, afirma, pero «están todos a ciegas, porque cada uno defiende su parcela«. Propone un pequeño piloto con información bien vinculada y datos personales muy protegidos, «seguridad es un tema que está doliendo mucho«.

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

El Mercurio – Cuerpo B, Página 4.

Otros Relacionados