Vanessa Rojas, exalumna de Música UC, soprano que interpreta a protagonista en La Novicia Rebelde
08/05/2025
Debutó como cantante solista en sus años como estudiante de Interpretación Musical en la UC con el papel de Cherubino en Las Bodas de Fígaro, y hoy se presenta como María Rainer en el Teatro Municipal de Santiago.
Vanessa Rojas (29), alumni del Instituto de Música UC, no nació en una familia de músicos, ni siquiera tuvo la asignatura de Música en Enseñanza Media en su colegio. Sin embargo, su establecimiento escolar sí tenía un coro al que se unió y, desde ese momento, no paró de cantar.
“En el año 2010, yo tenía aproximadamente 15 años, descubrí que me gustaba mucho cantar. Entonces me empezó una pasión casi desenfrenada por los coros, y empecé a cantar en todos los coros que tuviera disponible, de todos los colegios que eran vecinos”, explica con entusiasmo.
Pero, “¿qué pasaría en el verano? ¿cómo seguiría cantando?”, se preguntó, hasta que uno de sus profesores la inscribió en un curso de la Universidad Católica que ese año impartió el profesor Néstor Zadoff, un director coral de Argentina.
“Yo vengo de este colegio que ni siquiera tenía música como asignatura en la Enseñanza Media, o sea, mi base era nula. Entonces llego a este mundo en la Católica y con 15 años me veo sentada ahí entre medio de mucha gente profesional, donde aprendí música de alto nivel y me abrió la mente”, recuerda.
Actualmente, Vanessa se encuentra interpretando a María Rainer protagonista del musical La Novicia Rebelde que se encuentra con funciones en el Teatro Municipal de Santiago hasta el 10 de mayo, con todas sus entradas agotadas. En la siguiente entrevista, te contamos su historia.
¿Cómo decides estudiar Interpretación Musical en la UC?
Estar en los cursos de verano en la Católica fue una experiencia que me marcó mucho, no sólo por todo lo que aprendí, sino que, principalmente, ahí descubrí que había mucha gente que se dedicaba a la música de manera profesional y que lograba vivir bien. Yo tenía esta típica idea de que si te dedicas a la música no vas a poder tener un sustento, y fue cuando me pude dar cuenta de que eso no era cierto.
De ahí en adelante hice religiosamente todos los cursos de verano en la UC, lo que me permitió ya en cuarto medio entrar al Coro de Cámara de la Universidad. Durante todo el año iba con uniforme a los ensayos después del colegio, y ahí es cuando me doy cuenta de que hay un lugar para estudiarlo y que se puede vivir de esto, así que me decidí a estudiar canto.
El Coro de Cámara UC fue una tremenda escuela para mí. Con 17 años hicimos el Réquiem de Mozart, la Petite Messe Solennelle de Rossini, obras que para un adolescente son súper impactantes, hacerlas con orquesta, con solistas, todo eso me marcó mucho.
Además, la Católica en ese entonces ofrecía un programa de becas. Rendí la PSU como todos los cristianos, di la prueba especial para la carrera, que era de dos días, y luego de eso quedé en la carrera y fui becada, lo que fue algo fundamental para mi decisión.
¿Cuáles dirías que fueron tus principales inspiraciones a nivel vocal?
Escuchaba a muchos cantantes de ópera de la vieja escuela. Me marcó descubrir a María Callas, me impactó muchísimo cómo revolucionó el arte. Cuando estaba entrando a estudiar, también empezó a hacerse conocida Nadine Sierra, que es una soprano colosal a nivel mundial hoy día, y otras grandes como Anna Netrebko y Elīna Garanča. Todas ellas estaban haciendo mucha carrera y las escuchaba mucho, eran mis inspiraciones.
Pero yo te diría que finalmente lo que más te mueve, más allá de escuchar a tu artista favorito, son tus maestros, los que mayormente te inspiran. Generó un gran impacto en mí el profesor Víctor Alarcón, que ya no está con nosotros. Él fue de las primeras personas que empezó a creer en mí. Yo era chica, me faltaba mucho todavía, pero él me daba instancias para cantar sola, con orquesta. ¡Él creyó mucho en mí! y me marcó mucho todo lo que hicimos con el Concerto vocale. Con él tuve mis primeras giras, las primeras veces que me subí a un avión, y que salí de mi ciudad para cantar. Fue muy bonito.
También a la maestra Miryam Singer, que fue mi profesora en el Taller de Ópera, le debo mucho de mi formación, porque ella tenía mucho fuego por hacer cosas con los alumnos. Y logró montar con nosotros una ópera entera (Las bodas de Fígaro), que es un gran desafío, con orquesta, con vestuario, con escenografía, y que es algo que no suele darse en las universidades. Esa fue mi primera experiencia en la ópera, tenía 21 años, y de ahí que empecé a entrar en el circuito ya más profesional, con ella misma, que hacía producción en el Teatro Las Condes. Con ella hice Gianni Schicchi, hice un rol en Carmen, participé en el coro en La Traviata, y así, de a poco, con ella.
Y, finalmente, quiero destacar a mis dos profesores guía durante la carrera, mis maestros Rodrigo del Pozo y Claudia Pereira, que realmente sentaron las bases de mi desarrollo técnico vocal, etapa fundamental en cualquier cantante. Asimismo, el aporte en mi formación musical de parte de mi pianista acompañante y vocal coach, maestra Eun Seong Hong, que con gran vocación guió mi crecimiento y fue especialmente importante en la preparación de mi concierto de título y en el segundo lugar que obtuve en el concurso internacional Laguna Mágica el año 2020.

Vanessa Rojas interpretando a María Rainer en el Teatro Municipal de Santiago 2025. Fotografía de Alberto Díaz
¿Cómo ha sido cantar en La novicia rebelde en el Teatro Municipal?
Interpretar este papel ha sido una dicha y también harto trabajo. Ha sido un trabajo integral: hay que bailar, actuar, cantar, hay que correr y cambiarse más de 10 veces de ropa. ¡Tengo cambios de 40 segundos! Mucho trabajo y a la vez mucha felicidad. Además, trabajar con los niños ha sido espectacular, tengo mucha química con ellos y ha sido maravilloso. Realmente, una experiencia que me ha marcado con mucha dicha, y poder hacerlo con mi marido también (Javier Weibel interpretando al Capitán Georg von Trapp). Este rol en particular ha sido muy lindo.
También esto ha sido una montaña rusa de emociones porque, además, al no ser una ópera sino un musical, tiene tanto texto, tanto que hay que llenar con la emoción, con el teatro, que yo le he dicho a mi familia, a mi marido, que la sensación es similar a “estar con la llave del agua abierta”. Me pasa que estoy riéndome en una escena, y en la siguiente tengo una pelea con el capitán y me pongo a llorar en el escenario, después salgo y me tengo que ir y lloro de nuevo, y después lloror de alegría y después estoy riéndome… ¡Pero es todo auténtico! Porque en el fondo has trabajado tanto en el personaje, que quedo con esa sensación de tener “la llave abierta».
Siento una gran pasión y un gran gusto por el teatro; que es algo que no está en la malla de la UC y que creo que debería estar. En el medio, antes existía esta idea de que el cantante de ópera podía pararse sólo a cantar y no actuar mucho, pero hoy en día, viendo cómo está el mercado, con la inclusión de las cámaras y de las redes sociales, por ejemplo, un cantante tiene que actuar a un nivel decente, entonces es muy importante la parte teatral. A mí se me ha dado muy bien, de manera más natural, también con lo que aprendí en el Taller de Ópera con la maestra Singer, y con lo que he ido aprendiendo en todos estos años de estudio, pero sí creo que ayudaría mucho estudiar esa área con mayor rigurosidad.
¿Qué destacarías de tu formación en la UC?
La UC tiene una buena formación y buenas instalaciones, pero lo que más rescato son dos cosas. La primera, es la labor que hizo la profesora Miryam con el Taller de Ópera, como mencioné anteriormente, porque nos hizo montar no sólo una, sino dos óperas completas, que eso ya es toda una hazaña que no ocurre en las universidades. Me sirvió mucho tener esas experiencias previas al circuito profesional.
También la Universidad Católica tiene un micro mundo en el Campus Oriente que es muy bonito porque está súper vivo, lleno de música. Tienen la temporada de música sacra, después en invierno, después vienen los conciertos de navidad, los festivales de verano, siempre hay cosas pasando. Crecí mucho con ese entorno. Iba a mis clases y estudiaba, pero siempre tenía algún concierto con algún coro, cantaba como solista en alguna obra, etc. Eso es lo más esencial, que la Universidad pueda proveerle a su alumno un espacio para desarrollarse, porque esta carrera es un oficio. Está bien aprenderlo teóricamente, es necesario, sí, pero se aprende haciendo.
Por otro lado, tenemos nuestro mundillo musical que es precioso, puedes vivir de concierto en concierto, pero de la UC no salimos para afuera, por lo que creo que también sería positivo que hubiera más conexión con el medio externo. Yo a temprana edad fui a ver las audiciones de otras casas de estudio, a conocer a otros profesores, ya que me di cuenta de que para este oficio es esencial la red de contactos que puedas hacer.

La primera foto es de Vanessa Rojas junto al profesor Víctor Alarcón en la visita del Papa Francisco a la UC, y la segunda junto a la profesora de canto Claudia Pereira.
¿Qué sientes cuando cantas?
Es una mezcla de emociones. Es un gran vértigo, una sensación de vulnerabilidad extrema el pararte a cantar solo. Es como estar desnudo y, a la vez, cuando logras el personaje y estás tranquilo con tu trabajo, es una dicha. Ahí, una vez rodada la función, siento mucha paz y me divierto mucho. Pero antes, siento terror (rie). Son ambas cosas, es harta presión, sobre todo cuando haces roles protagónicos, es una gran responsabilidad. En este engranaje, el peso de la historia cae en uno, entonces el rendimiento tiene que ser impecable, espectacular. Es una experiencia difícil porque es de extrema exigencia, sobre todo en la ópera, donde uno lleva su voz al límite de la capacidad humana.
Realmente muchas veces tú estás ahí y no sabes si va a salir la nota o no, pero tienes que confiar en el trabajo que llevas haciendo por años, y la mayoría de las veces sale. Pero también es una gran dicha.
¿Qué sueñas para Chile?
Soñaría que pudiéramos tener asegurado desde políticas estatales acceso al arte y la belleza como cosa fundamental de nuestro desarrollo humano, no como algo accesorio. De pronto ves comentarios «¿y para qué sirve», y es que la utilidad de esto no está en lo material. Tiene que ver con conectar y nutrir tu espíritu, y me encantaría que eso pudiera estar dado por políticas estatales, como algo cultural de nuestra sociedad. Que no sea opcional para ninguna institución no tener Música en su currículo, como me pasó a mí en mi Enseñanza Media.
Me gustaría que existiera un mercado y una inyección de recursos que no fuera cuestionada, sino que sea visto como algo esencial en nuestra sociedad, ese es mi sueño. Que no tengamos que explicar esto como una hazaña o una novedad, donde la ciudad más chica tenga un teatro, aunque sea pequeño, con su orquesta, coro, intérpretes, que puedan vivir tranquilos y no tengamos que andar con la hazaña de cómo vamos a sacar adelante este año. Si bien es hermoso aquí es muy precario, Chile está muy atrás en políticas de cómo sostener a sus artistas, y el resultado es que la mayoría de los grandes músicos e intérpretes terminan yéndose del país, y entregando su fruto en otras tierras donde sí los valoran.
Vanessa espera seguir perfeccionándose para continuar fortaleciendo su carrera como solista y así, en un futuro, poder actuar en roles protagónicos en algunas de sus óperas de ensueño como La Bohème y La Traviata.