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Entrevista a una egresada UC: Ignacia Hofmann

“Lo que más me gusta de mi carrera es que sirve para ayudar a la gente”, la diseñadora UC Ignacia Hoffman, quién luego de haber vivido seis años en el extranjero, llegó a Chile a pasar la pandemia del Coronavirus, sin imaginar que sería el acontecimiento que inspiraría su reciente libro: Menú Covid-19: Recetas compartidas en tiempos virales. Un libro que además de ser un aporte en temas culinarios, busca ser una ayuda a nivel social: sus primeros ejemplares digitales vendidos, irán a beneficio de un comedor solidario de la población José María Caro.

¿Qué significó tu paso como alumna por la Universidad Católica, y específicamente, por la Facultad de Diseño?

Yo estaba entre Arte, Diseño y Filosofía. Diseño pedía el puntaje más alto, así que lo ordené así, sin saber bien, pero creo que habría estado feliz con las tres carreras. Sin embargo, lo que más me gusta de Diseno es que sirve para mejorar la calidad de vida de la gente, es para los otros. Además me he convencido de que TODO es diseño, me siento como una especie de hilo conductor, porque puedo trabajar con profesionales de cualquier área en distintos proyectos.

Durante años, Ignacia junto a su pareja prepararon un viaje con el que ambos soñaban, y que tenía como destino África. Con una agenda abierta a las oportunidades que se les presentaran estando allá, la pandemia llegó a congelar esta aventura que pretendía comenzar en marzo de este año.

Varados en Chile, Ignacia y su pareja decidieron pasar el primer mes de cuarentena en el Cajón del Maipo, lugar en donde comenzó a redactar y a editar su primer libro “Menú Covid-19”.

¿Cómo surge la idea de escribir el libro?

Estando atrapados en cuarentena, me di cuenta que toda la gente compartía lo que comía y cocinaba en redes sociales. Había gente aprendiendo a hacer pan, otra se metía a la cocina por primera vez o, simplemente, mejorando y probando cosas nuevas. El libro me salió de la guata, espontáneamente, tenía que hacer algo con eso.

Como en mi familia somos todos buenos para cocinar y probar nuevas recetas, quería escribir un libro de cocina eventualmente, sólo que las circunstancias de encierro, el estar conectados a redes sociales a causa del distanciamiento social, fueron los ingredientes precisos para empezar este recetario universal.

¿Cómo fue la experiencia de relacionar el diseño integral con el desarrollo de un libro que compila tanto historias como recetas?

Fue un proceso muy entretenido porque mezcle mis tres ingredientes favoritos: diseño, cocina y storytelling. Pero fueron dos meses súper intensos, no paré y por eso lo saqué en tiempo récord.
Como diseñadora integral, pude hacer casi todo yo. La ayuda externa vino de algunos amigos que hicieron unas primeras lecturas de prueba y sobre todo de mi santa madre, que es periodista de la Católica y fue mi editora. Ella ha publicado libros de la forma tradicional así que me ayudó. Al final, la idea es contar este fenómeno de que estamos compartiendo la cocina a través de las redes sociales y contar las historias de las personas que están cocinando al otro lado del mundo. Los personajes del libro están repartidos en todas partes, son patiperros igual que yo, han dejado sus países y cruzado fronteras, igual que este virus globalizado. Por eso elegí gente globalizada y digital.

¿Los “cocineros” que elegiste es gente que has conocido a lo largo de tu vida?

En general es gente conocida, amigos, o un par que me recomendaron, que ahora conocí y somos amigos. Algunos son novatos en la cocina y otros se dedican de lleno a ella. Hay un poco de todo, igual que recetas para todos los gustos. Por ejemplo, está la historia de una coreana con un colombiano, que tenían un pequeño restaurant de comida coreana en Cali, Colombia, y que tuvieron que cerrar. Por otra parte, hay un alemán que hace vídeos por redes sociales de recetas y que se ha metido en el tema de la comida digital, a producir vídeos en donde enseña de manera didáctica y rápida. Para él, este virus no ha significado ningún cambio, incluso su negocio hace más sentido que nunca porque él cocina a través de las pantallas.

Ignacia comenta que su gusto por la gastronomía ha ido evolucionando al mismo tiempo que los medios por donde aprende de ella: “En un principio, aprendía con mi familia a través de libros y revistas. Después, veía los programas de cocina en donde estaban en un estudio y la preparación de los platos se realizaba sin ediciones (los programas duraban como una hora!). Luego, empecé a viajar y esos momentos han sido súper importantes para aprender de otras culturas, de otras cocinas. Traerse una receta y cocinarla en tu casa para tu familia o tus amigos, es mucho más sabroso que un absurdo souvenir. Y luego, la comida ha pasado a las redes sociales. Hoy, todos pueden ser chef”

¿Qué fue lo más difícil de este proceso de armado?

Al final, lo más difícil fueron las revisiones del texto. Porque las historias salieron de manera rápida y ágil. La otra parte un poco compleja fue la auto publicación, porque era nueva en eso. Primero contacté algunas editoriales, recibí buen feedback pero como las librerías están cerradas las editoriales no están contratando nuevas publicaciones. Está todo congelado. Por eso la única opción que tenía era publicarme por Amazon y por iBooks. Descubrir cómo se hace y me parece un mundo fascinante. Lo único malo, es que en Chile no existe la costumbre de leer libros digitales todavía, está recién comezando.

¿Qué consejo le darías a los(as) estudiantes de Diseño que actualmente están cursando la carrera?

Ser busquilla. Creo que yo he sido siempre así, por eso siento que me fue bien en Australia y en Berlín, donde conseguí trabajo en agencias de diseño muy choras, porque estaba súper focalizada y no me dio ninguna vergüenza aplicar a todo. Al final es creer en ti. Es clave estudiar algo que te guste.
Como diseñadora, el portafolio es clave. Dice quién eres y debe representar lo que quieres hacer en el futuro, así que intenta darle esa dirección. En mi portafolio yo sólo publico proyectos raros. Siempre he hecho proyectos personales aparte de los encargos de trabajo, y de hecho, con ese portafolio busco trabajo. Creo que marca una diferencia.

¿Cómo es el Chile que sueñas?

Sueño con un sistema que nos garantice los espacios de cultura, la salud, la educación, el agua y, muy importante, el tiempo. Me da miedo el crecimiento por el crecimiento, porque no nos deja detenernos, no da tregua, porque al crecer se come todo. Me da miedo que algunos comprendan los concepto de “desarrollo” y de “riqueza” como algo que viene sólo desde afuera de uno mismo.

Creo que el famoso despertar debe pasar por todos los niveles, desde el Estado hasta cada uno de nosotros. Si te garantizaran lo básico, entonces sería fácil darte cuenta de que no necesitas tanto más para ser feliz.

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